¿Para qué sirve el líquido amniótico?
¿De dónde proviene el líquido amniótico?, ¿cumple con algún papel para mi bebé, además de protegerle?.
Un pez en el agua.
El líquido amniótico está conformado principalmente por agua, en la que se encuentran proteínas, lípidos, carbohidratos y sales, entre otros nutrientes, que ayudan al desarrollo fetal. Además, se encuentran ciertas células en la que se encuentran células fetales (las que pueden ser retiradas junto al líquido amniótico para análisis a través de un examen llamado amniocentesis). Este examen puede ser solicitado por el médico si necesita saber el estado de oxigenación del feto y estudios genéticos.
El líquido amniótico también tiene como función, proteger al bebé de los golpes, las diferencias de temperatura, los ruidos y la deshidratación, aportándole agua y sales minerales.
En el momento del parto, su volumen es de medio litro hasta un litro y medio, y es renovado permanentemente mediante su secreción por las membranas amnióticas, y la orina que producen los riñones de tu bebé. Es el líquido que sale cuando “se rompe la bolsa de agua”, una de las señales que anuncian que el parto es inminente.
El gusto y la audición.
Se sabe que el líquido amniótico es levemente azucarado y esto puede explicar la aparente preferencia innata de los bebés por el sabor dulce. De hecho, es el sabor con el cual se familiarizará más en el útero.
Algunas moléculas que se encuentran en el líquido amniótico, tales como moléculas que transmiten olores, confieren al líquido propiedades aromáticas que varían de acuerdo con tu alimentación y probablemente participarán en el despertar de los sentidos del gusto y del olfato de tu hijo.
El bebé traga e inhala permanentemente el líquido amniótico desde la 13ª semana del embarazo, y como su lengua ya tiene papilas gustativas, memorizará progresivamente el sabor de las moléculas presentes en este líquido.
El bebé percibirá asimismo algunos ruidos del entorno aunque deformados por el medio acuoso, mientras que tu voz tiene una vía privilegiada a través de tu vientre y del esqueleto de tu pelvis.
El tacto y equilibrio.
El líquido amniótico permite que el bebé se mueva sin tener que luchar contra la gravedad y en el segundo trimestre, cuando todavía no ha alcanzado un tamaño corporal muy grande, puede ejercitar diversos movimientos, lo que ejercita su sentido del equilibrio y la percepción de su propio cuerpo, como asimismo su sentido del tacto.
Una apertura al mundo.
Por lo tanto, el líquido amniótico tiene un papel más complejo que el de un simple sistema amortiguador o de protección. Es una interface de comunicación para tu bebé, quién por su intermedio se va abriendo al mundo en la medida en que se desarrollan sus sentidos.
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